No toca el piso, ¡se queda en el aire a flotar! No es globo, ni un avión viajero” decía una de las pistas con las que comenzaron la exploración, los niños y niñas que formaron parte del taller “Detectives del arte: modelos vivos”. La propuesta se enmarcó en el 52° Salón Nacional de Tucumán y tuvo lugar ayer en el Ente Cultural de Tucumán. Durante dos horas, cerca de treinta chicos acompañados por sus familias recorrieron las obras del Museo Provincial de Bellas Artes Timoteo Navarro, resolvieron pistas, se transformaron en artistas y compartieron una jornada donde la curiosidad y la imaginación se convirtieron en protagonistas.

Hubo risas, preguntas, muchas preguntas, contemplaciones y asombro. Los más pequeños avanzaban, atentos a cada consigna, mientras los adultos observaban desde los rincones, celulares en mano, para registrar recuerdos de una tarde distinta y entretenida. La actividad propuso un recorrido lúdico para acercar a las infancias al patrimonio artístico tucumano.

El juego de mirar

La primera etapa del taller consistió en transformarse en “detectives del arte”. Con pistas, los chicos se lanzaron a descubrir las obras expuestas en el Salón Nacional. “La que más me costó fue la de ‘Niebla’, esa grande que se podía rodear pero mi obra favorita fue el collage digital porque tiene mucha naturaleza y muchos colores”, confesó Florentina, de 11 años, mientras repasaba la experiencia junto a su amiga Luisana.

A su lado, Luisana aseguró: “Me gustó mucho la actividad de dibujar personas”.

Las amigas también contaron su relación con el arte fuera del museo. “Mi papá, desde que era muy chiquita, me enseñó a tomar fotos. Después, a veces dibujo guiándome por tutoriales de YouTube. Y además hago teatro”, relató Florentina. Su amiga, en tanto, explicó: “Yo aprendí a dibujar por internet. Busqué mi estilo, empecé a hacer dibujos de anatomía y aprendí a hacer personas”.

El turno de crear

La segunda instancia del encuentro invitó a los chicos a convertirse en artistas. La dinámica de “modelos vivos” los animó a alternar roles: unos posaban mientras otros dibujaban, para explorar el retrato desde una mirada colectiva. Julieta, de 10 años, resumió lo que más le atrapó: “Me gustó bastante cuando nos explicaron técnicas de arte, que me parece que es algo muy lindo para aprender y usar en algún futuro”. Su hermano Mateo, de 8 años, destacó otra parte del juego: “Las pistas que teníamos que ir descubriendo me parecieron muy divertidas”. También, eligió su obra favorita: “La más linda es la que tiene mis colores favoritos, el rojo y el azul”.

Tomás, de 6, concentrado en delinear a una compañera que posaba como modelo, interrumpió para decir que en su casa lo que más le gusta dibujar son superhéroes. “Mi favorito es Superman”, afirmó entre risas.

El entusiasmo de los chicos también se reflejó en la voz de los padres. Luciana, mamá de Tomás, comentó que su hijo hizo cursos de arte y quería que conozca cómo se exponen las obras, porque es la primera vez que ve una exposición.

A unos metros, David observaba a su hija Alba, de 10 años que asiste por primera vez a un museo de arte. “Es bueno que se promueva el acceso al arte desde chicos”, expresó. Alba, sonriente, compartió su propio aprendizaje. “Vine a ver obras y aprendí que debajo de ellas ponen un cartelito con información que se llama epígrafe”, contó.

Gabriela, mamá de Paula (10), agregó otro punto de vista. “Siempre tratamos de fomentar el arte en la casa, más allá de jugar con las pantallas. Hay muchas cosas para pintar, para que ella pueda explorar”, comentó. Paula contó que la obra que más me gustó descubrir era la que tenía mensajes ocultos de un libro.

También Lourdes, hermana mayor de Julián (10), valoró el encuentro: “Es una actividad muy recreativa. Son actividades donde los chicos pueden interactuar entre ellos, meterse dentro de la obra e interpretarla a su manera, sin ponerle límites a la imaginación”. Julián sumó su conclusión y dijo que lo que más me gustó del taller fue jugar a ser detective.

MODELO VIVO. Los niños retrataron a un padre que se animó a posar para todos con un disfraz de unicornio.

El valor del patrimonio

Para los organizadores, la iniciativa buscó tender puentes entre el arte contemporáneo y la comunidad. Sol Rodríguez Díaz, encargada del museo, afirmó: “Es sumamente importante que los adolescentes y los niños tengan un espacio para contemplar y también aprender a través de las obras de arte. Para eso, nosotros conservamos el patrimonio de Tucumán”.

Rodríguez recordó que el acervo del museo alcanzó las 1.000 obras gracias a las adquisiciones del último Salón. También explicó la tarea silenciosa de conservación. “Cuando no están expuestas, a las obras hay que cuidarlas y darles la atención necesaria para que se preserven en el tiempo. Están dentro de la reserva del museo, en un área específica para eso. Se han hecho muebles especiales, se mantienen controles de temperatura, se las limpia y cuidan permanentemente”, enumeró.

AMIGAS. Luisana y Florentina muestran sus obras terminadas.

Jorge Perera, coordinador del área educativa, detalló que el programa nació a principios de este año. “Es una iniciativa que consiste en acercar el arte contemporáneo a la comunidad tucumana a través del juego, de la investigación, del descubrimiento, del entusiasmo, también del diálogo y de la reflexión”, explicó.